💗 POESIA ES


Poesía es

Poesía es... aquel amor de verano. Poesía es... esa sonrisa en tu cara. Poesía es... tu cuerpo desnudo al viento. Poesía es... amanecer a tu lado. Poesía es... un abrazo milagroso. Poesía es... darle latido a las letras. Poesía es... tu cabeza sobre mi hombro. Poesía es... tu nombre cuando te nombro. José Moyano



Amor entre brisa de otoño, que hiela mi cara y tu cara, amor entre sombra y sollozos, que ve nacer la alborada.




Los grandes versos de amor


La poesía es a la vida lo que la luz de la luna al anochecer, sanará cuantos daños hayamos podido tener y nuevamente una oportunidad más nos ofrecerá en nuestra mano poseer. Podemos cogerla, podemos rechazarla, pero siempre sabremos que ahí estará para goce de nuestro alma; y quien lo sabe, pero quizá tarde o temprano, de haber aceptado, un nuevo amanecer nos guiará por los vericuetos de la vida que dan fin en el capazo del girasol, que también despertó y pudo ya florecer.

A fin cuentas, queridos amigos, la vida con un alma junto con el que florecer y marchitarse, una media naranja en la que poder apoyarse sin recaer en un nuevo y sombrío alborear, y un caluroso susurro al oído que haga que los pétalos se tambaleen cada vez que el sol y la esperanza rozan en ellos, es motivo para vivir y descansar.

Para no poder olvidarlo vamos a repasar en esta ocasión una serie de composiciones que nos hablan sobre la ciencia de la vida, del amor y la pasión dictadas por parte de algunos de los autores más célebres y carismáticos de la historia de la literatura.




Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡Todo sucederá!
Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón;
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.​

Quien nos dejó para la posteridad estas sabias palabras no fue otro que el gran Gustavo Adolfo Bécquer; poeta, narrador, escritor e ilustre español del Romanticismo que a pesar de haber sucumbido prematuramente con sólo 34 años dio al mundo un legado histórico propio de un grande como él. Vivió una vida bohemia y sólo la abandonó un 22 de diciembre de 1870, coincidiendo precisamente con un eclipse de sol. La luz le abandonó.

Tu pupila es azul, cuando ríes
su claridad suave me recuerda
el trémulo fulgor de la mañana
que en el mar se refleja
Tu pupila es azul y cuando lloras
las transparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una violeta

Pero no todo fueron penumbras en su vida. versos como el anterior, enmarcados dentro de la Rima XIII de su poemario siempre mostraron trazos de optimismo, de cantos a la vida y de guiños al amor más dulce y adolescente.

Sentir hermano al de Pablo Neruda:

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."

El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como esta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche esta estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque este sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.

Estas palabras, estos sentimientos y estos versos fueron los últimos que le escribió, pero gracias a dios no los últimos que creó. Pablo Neruda, poeta chileno y padre de algunas de las obras más memorables de la historia de la poesía está a día de hoy considerado como uno de los artistas más influyentes y el poeta occidental de referencia del siglo XX. No en vano le fue concedido el premio nobel de literatura en 1971.

He dormido contigo
toda la noche mientras
la oscura tierra gira
con vivos y con muertos,
y al despertar de pronto
en medio de la sombra
mi brazo rodeaba tu cintura.
Ni la noche, ni el sueño
pudieron separarnos.

Él mismo dejó por escrito en estas palabras en un verso sobre la belleza de compartir la vida, el lecho y el amanecer con un ser querido en La noche en la isla, uno de los versos más famosos y apreciados del maestro, publicado en 1952 dentro de la colección “Los versos del Capitán”. Una referencia sencilla y contundente de su poemario.

Volviendo a cruzar el océano nos encontramos con otro de los autores más representativos de la literatura poética hispana, otro de los más grandes y recordados: José de Espronceda, quien tuvo la maldicha de verse sólo en la vida aún siendo joven, en 1838, momento en el que su amada Teresa falleció y relató a corazón abierto su sentir con “Canto a Teresa” poco después:

Y suspira tu nombre el labio mío;
para allí su carrera el pensamiento,
hiela mi corazón punzante frío,
ante mis ojos la funesta losa
donde, vil polvo, tu beldad reposa.

Siguiendo a este lado de la orilla nos encontramos a otro de los grandes autores de renombre y legado como fue Rafael Alberti, poeta y dramaturgo español ganador del Premio Nacional de Literatura en 1925 y del Premio Cervantes en 1983. Fallecido apenas hace 16 años en su querido Cádiz habiendo sido el último superviviente de la generación del 27 junto con otras mentes brillantes como Pedro Salinas o García Lorca. Rafael nos dejó joyas del tiempo como la siguiente:

Oh tú, mi amor, el esmerado estilo
de tu gran hermosura que en sigilo
casi muriendo alabo a toda hora.
Oh tú, mi amor, yo canto la armonía
de tus perfectos senos la alegría
al ver que se me abren cada aurora

Un canto a la vida y el amor que el maestro de Puerto de Santa María dejó plasmado en ¡Oh tú, mi amor!






Volviendo a cruzar el charco que nos separa del resto de la hispanidad nos encontramos a otros iconos de la poesía hispana como Mario Benedetti. Prolífico escritor y poeta uruguayo perteneciente a la generación del 45 y autor de varias obras maestras como La Tregua y Corazón coraza. Se caracterizó por el uso de un lenguaje sencillo, una manera práctica de que sus obras pudieran ser interpretadas y seguidas por todo tipo de público.

Entre su legado nos encontramos obras populares y directas como la siguiente, un poema denominado “Amor de tarde” que forma parte del recopilatorio “Poemas de la oficina” (1956).


Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.




Recordamos cómo los principios de este también prolífico autor uruguayo estuvieron enmarcados dentro de un ambiente burocrático, entorno en el que pasó muchos años trabajando hasta acabar saltando al estrellato con esta obra que marco un antes y un después. Era su octavo poemario y para aquel entonces tenía ya 36 años. Esta situación perfiló el estilo narrativo característico de este autor, huyendo, como comentaba más arriba, de los tecnicismo y modismos a la hora de plasmar sobre el papel su sentir. Aparentemente manejaba un lenguaje trivial en el que el día a día lo empapaba todo, pero nada más lejos de la realidad, sus poemas, versos y sonetos tenían un fuerte trasfondo social y romántico que hizo que finalmente acabará triunfando.

En “Poemas de la oficina” Benedetti muestra la fantasía en la que derivaban esas largas horas de gris atuendo en las oficinas, donde el reloj de pared presidia la sala y el ambiente, cayendo en la gris rutina que sólo la pluma podía colorear.

Otra de las obras maestras de este autor fue “Corazón coraza”, verso que vino varios años más tarde en la colección “Noción de Patria” (1963), donde con un cierto toque de humor trata de manera épica el transcurrir de la cotidianidad en el amor, donde destaca la pertenencia y la esperanza:

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.